No me imagino nada más allá del mañana, ni quiero, ni puedo.
Pienso en posibilidades, pero se difuminan nada más comienzan a formarse... La realidad de mi mente es la
única que existe, pero sólo prevalece lo
justo para enseñarme un mundo idílico en el que quisiera estar y me deja con el
anhelo de la fantasía más pura y hermosa. No creo en el mundo real. Las cosas
tan absurdamente tangibles no tienen significado para mí. La realidad más
profunda, la que yo creo, es la única que existe, la única que me hace sentir,
la única que poseo.